Qué es la certificación Hacia Residuo Cero
Hacia Residuo Cero es una certificación que, muy en resumen, solo pueden obtener las empresas que prueban de manera fidedigna que valorizan más del 60 % de los residuos que generan en su actividad, según el Reglamento de Aenor para su concesión, y entendiendo valorización según lo establecido en la Ley de Residuos 7/2022. Según esta norma, “valorizar” significa reciclar o incinerar para producir energía, es decir, no desechar en un vertedero, lo que no aporta nada a la sociedad ni al planeta. Más bien al contrario.
La preposición “hacia” tampoco se usa de manera gratuita en el nombre del certificado. Es el equivalente a “mejora continua” y denota la intención clara de que la dirección es la de conseguir que el mayor porcentaje de los residuos tengan una vida útil después de su primer uso. De hecho, cuando una compañía alcanza el 90 % de sus residuos valorizados, la calificación que obtiene pierde la preposición y pasa a ser, directamente, Residuo Cero.
Todo lo anterior conecta directamente con el concepto de economía circular, donde la circularidad significa darle una segunda vida a los materiales. De esta forma se alarga la vida de los vertederos, dónde acaban aquellos desechos sin nuevas oportunidades de reutilización, reciclaje o incineración, y cuyas instalaciones son tremendamente problemáticas.
Normativa aplicable: nueva Ley de Residuos 7/2022
En España, el marco normativo de gestión de residuos lo define la Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular. La norma establece las medidas y los instrumentos con los que han de contar las administraciones públicas para alcanzar los objetivos de reducción estatales, así como obligaciones para las empresas.
En su artículo 18, esta ley indica la jerarquía en la gestión de residuos: la prevención es lo primero (evitar la generación), pero si es esto no es posible, reutilizar y reciclar serán prioritarios respecto a eliminar en un vertedero, lo que únicamente debe ocurrir en casos en los que no queda otra opción.
El artículo 25, por su parte, obliga a las empresas a recoger de manera segregada y selectiva las fracciones de residuos aprovechables para favorecer su reciclaje y reutilización. Aquí se incluyen materiales como el papel, los metales, el plástico y el vidrio. La meta es que el producto que se genere a partir del residuo tenga la calidad necesaria como para servir de materia prima en otros procesos de fabricación.
Algunos conceptos destacados
En torno a esta certificación Hacia Residuo Cero existen algunas ideas principales que conviene repasar.
Residuo
Como hemos dicho, un residuo es un material no apto para otros usos y que tiene que ser desechado por el poseedor o propietario. Estos materiales llegan a las plantas de gestión de residuos desde las industrias y los comercios que los generan, y en ellas se les aplican los tratamientos adecuados a su naturaleza y a su grado de pureza (uniformidad y no mezcla entre diferentes tipos). Los principales tratamientos son: preparación para su reciclaje posterior, reciclaje directo (es el caso, por ejemplo, del aluminio que procede de envases), incineración para producir energía o el depósito en vertedero que es, como hemos apuntado ya, la última de las opciones.
Los vertederos y su problemática social y ambiental
Los vertederos son depósitos controlados para la retirada de residuos con elevados costes de explotación, ya que se tienen que gestionar durante toda su vida, de manera eficiente, para evitar y controlar la aparición de olores, vapores, explosiones accidentales, incendios, y contaminación de suelos y acuíferos.
Por lógica de costes, estas instalaciones se tienen que situar cerca de los lugares donde se producen los residuos, es decir, las ciudades, ya que el transporte de los residuos a las instalaciones de tratamiento suele ser la parte más costosa. Pero esto provoca una fuerte contestación social, que además es continua, ya que el ritmo generación de desechos es tal que cada pocos años se colmatan y clausuran, con la consiguiente apertura de nuevos vertederos. Por poner una cifra, en España cada año acaban 11 millones de toneladas de basura al año. Y esto es insostenible a largo plazo.
Economía circular
Para alcanzar una economía circular plena, la solución es generar subproductos y materias primas a partir de los residuos, de forma que se incorporen de nuevo a los procesos productivos y aporten valor en la economía. Esto, además, reduciría de forma considerable la carga ambiental y el coste público de la gestión de vertederos, así como la necesidad de abrir continuamente nuevos vertederos.
La sociedad está familiarizada con el reciclaje que realizan Ecoembes y Ecovidrio de los envases y embalajes de plástico, aluminio y vidrio, pero cada vez son más los residuos que podemos aprovechar como materia prima. En la industria del printing, por ejemplo, esto lleva ocurriendo desde hace décadas.
Beneficios de esta certificación
El planeta y la sociedad son los principales beneficiarios de la certificación Hacia Residuo Cero, pues las buenas prácticas a las que obliga reducen la contaminación y tiene efectos positivos y medibles en ODS como principalmente el 12, Producción y consumo responsable, y transversalmente en muchos otros.
Para las empresas, Hacia Residuo Cero supone un avance muy relevante en materia de sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa. Pero, además, la acreditación optimiza procesos, reduce gastos de gestión y hasta puede suponer la obtención de nuevos ingresos por los materiales valorizados. Su obtención también supone ventajas a nivel de desarrollo de negocio, bien para optar a proyectos que la exijan o bien para colaborar con empresas para las que el compromiso sostenible de los proveedores con los que trabajan sea un requisito obligatorio.